El Ankh, la llave de la vida, aparece en las manos de los dioses como un símbolo de vida eterna y como llave de los misterios de la naturaleza, tal como el hombre, microcosmos, es la llave del macrocosmos.Es un puente o escalera por la que las almas se prolongan hacia la Eternidad. Es una conjunción de contrarios, porque chocan el Cielo contra la Tierra. También tiene el sentido del encuentro entre lo masculino y lo femenino. Y es la conjunción entre el elemento activo y el pasivo. Conjunción entre lo positivo y negativo, lo superior e inferior, y entre la vida y la muerte.
Para los egiptólogos ha sido imposible rastrear el origen de este símbolo y tampoco en qué momento adquirió el valor de renacimiento y vida eterna; sin embargo, su importancia fue tal que varios dioses del panteón egipcio —cuyo principal atributo era la inmortalidad— eran representados portando esta cruz. De hecho, La poderosa Isis (Diosa de la Maternidad y el Renacimiento y considerada la primera gran hechicera de todos los tiempos) está fuertemente ligada a este símbolo al ser ella quien precisamente devolviera a la vida a Osiris, su hermano y esposo.
A partir de la llegada del cristianismo, alrededor del siglo II d.C., los primeros cristianos egipcios (conocidos como coptos) adoptaron el Ankh como una variante de la cruz que todos conocemos hoy en día.
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