Paris se desdibuja en la magia hermosa del romanticismo. Se hace pasión etérea en las estelas infinitas del universo. La brisa mece el latido intenso del rugido del tigre acercándolo a la gracilidad de los colores de la mariposa como las olas del mar se acercan a la orilla.
El tiempo es un golpe de corazón en el batir de sus alas en pos de su enamorado felino. Se escribe la historia de siempre, las mismas letras esculpidas por la ciudad eterna del amor. Paris... Paris...
Se vuelven amantes imposibles, cómplices de los aires sensuales que incitan a la sangre correr desbocada por las venas. Se aman, se quieren, se esperan... se ven.
Paris, siempre en Paris.
Jac Berry